domingo, 19 de diciembre de 2010

Cuando el adulterio acecha, Irán ahorca


Este mes de diciembre, las destempladas luces de Navidad compiten en protagonismo con los cables diplomáticos de Estados Unidos. Mientras que las primeras constituyen, como siempre, un estrepitoso motor para la acción consumista, las segundas vienen envueltas en ese halo de misterio que cubre todo aquello que debería haberse quedado en secreto de Estado y se ha convertido en carnaza de interés general.

Pero me sorprendo a mí misma leyendo el periódico (impreso, soy una romántica y sigo disfrutando manchándome los pulgares de tinta) y pasando de largo farragosas parrafadas sobre tales documentos. Filtraciones que permitirán que ciudadanos anónimos se acerquen a las tinieblas organizativas y logísticas del Gobierno de Estados Unidos.

Perdónenme si ese viaje a las entrañas del poder no me resulta tan atractivo como debería, pero me ha parecido demasiado escalofriante una tímida noticia sobre la pena de muerte en Irán. Es el nombre de Shahla Jahed y no el de WikiLeaks el que ronda mi cabeza. Me alarma y me enloquece el hecho de que la muerte pueda tener nombre de mujer adúltera. Tal vez por aquello de que soy mujer y libre. Tal vez porque puedo hacer y deshacer mi vida sentimental sin que me persigan las sombras de la lapidación, la ablación, los latigazos y los verdugos.

Los lectores que estén al tanto del lúgubre suceso, podrán pensar que Shahla Jahed no fue ahorcada por viciosa sino por asesina. Y yo diría que puede que haya un poco de lo anterior. Pero hay mucho de algo más. Y es que la oscura noticia rezuma contradicción y machismo desde el mismo titular.

El sigheh es un modo de convivencia recogido en la jurisprudencia islámica chií, a partir del cual hombres y mujeres pueden cohabitar durante “n” horas al día sin vivir en el pecado. Lo que en un principio podría parecer el guiño permisivo de una sociedad asfixiante, adquiere tintes de prostitución y desigualdad si consideramos que:

1.- La mujer recibe una suma de dinero por los servicios prestados
2.- Los hombres iraníes pueden tener hasta cuatro esposas permanentes y un número ilimitado de temporales
3.- Las mujeres sólo pueden tener un marido.

Pues en “sigheh" (que no en Sitges) vivían Shahla y Mohammad Jani: un mediático delantero de la selección nacional de Irán quien, a su vez, estaba casado “de verdad” con otra mujer que apareció zurcida a puñaladas. En un principio se juzgó a ambos. Y Shahla reconoció su culpa. Pero a pesar de que se retractó y de que ciertos observadores internacionales alzaron sus voces contra un proceso que tuvo lugar a la sombra de la coacción, Shahla fue llevada a la horca. La pena de él consistió en 74 latigazos por haber fumado opio. Sí, han leído bien. No por inducir, ser cómplice o protagonista de este triángulo tóxico y caprichoso, sino por haber fumado opio.

El objetivo de la revista era la defensa de los derechos de la mujer iraní. El final de Shahla no pudo ser más pavoroso. Ahorcada al amanecer en la cárcel de Evin y en compañía de “los suyos”. Nada de verdugos discretos; de aquellos que, como en la antigüedad, se tapaban la cara para que el ejecutado no desatara su ira contra ellos en la otra vida. Su propio hermano retiró la silla. Y su ex marido temporal, su amante reconocido por ley, presenció la escena para pronunciarse como si de la evaluación de la victoria futbolística se tratara "La asesina de mi esposa debe recibir el castigo adecuado".

Casualmente, Shahla se llamaba también la Directora de la clausurada revista iraní Zanan, que en persa significa “mujeres”. Parece ser que Zanan tenía una tirada de 40 mil ejemplares antes de ser clausurada por amenazar “la seguridad psicológica de la sociedad iraní”. El objetivo de la revista era la defensa de los derechos de la mujer iraní.

Paso la página del periódico y me topo con WikiLeaks de nuevo.

Publicado en Mujeres y Cia el 15/12/2010

lunes, 13 de diciembre de 2010

“FELICIDÁ”: Sobre los años que pasan y no pesan

Cierto curandero a quien respeto profundamente, me preguntó en una ocasión por el paradero de la felicidad. Me imagino que el hombre, cansado de ver hatajos de almas en pena resistiéndose a alcanzarla como gatos panza arriba, decidió lanzarle un órdago a una ciudadana supuesta y medianamente feliz (servidora)
Sin embargo, hoy no tengo del todo claro que yo en aquel entonces me sintiera llena...“tipo luna en fase colmada”…

Años después, otro curandero a quien también respeto profundamente (a pesar de no tener diván sino cama… muy placentera, eso sí) me cantó una canción.
Se llamaba “Felicidá” y hablaba del paradero por el que me había preguntado el primer curandero. Yo, hasta entonces, no sabía que el más buscado de los estados del karma tenía nombre de isla.

El primer curandero me hizo la pregunta. El segundo me dio la respuesta.

Hoy cumple años uno de ellos. Concretamente, el que tuvo la generosidad de compartir conmigo el domicilio onírico de su “felicidá”. Por eso y porque le quiero, quería contarle un “minicuento” rebosante de amor y buenos deseos. Y pedirle que siga regalándome olas, metas y fases (lunares o no, lo mismo me da) Y que en esos días en los que, el ciclo de la vida me vuelve complicada, me arrope con su manto telúrico y me hable con voz calmada.

Sé que a él, como a mí, le han robado “su felicidá” a ratos. Pero también sé que, desde que estamos juntos, lo tienen jodido las ratas y los gariteros. Porque le pueden arrancar a uno la ropa y los recuerdos. Pero nunca el presente cuando no está solo y el nombre de su compañía es sinónimo de “felicidá”

“FELICIDÁ” INFINITA Y GRACIAS POR TODOS LOS MOMENTAZOS QUE ME HAS REGALADO DESDE QUE TE CONOZCO



Madrid, 14 de diciembre de 2010

domingo, 5 de diciembre de 2010

Rastreando las huellas del paraíso


Hay lugares capaces de cambiar al viajero la visión de su mundo para siempre. Lugares que transforman cuerpo y mente, entrañas y periferia.

La mayor parte de las veces, es mejor que el viajero no hable de ellos en según qué círculos. Sólo así podrá evitar ciertas estocadas dialécticas cuyo objeto no es otro que tachar estos lugares de estrambóticos, esotéricos y poco nobles para sus vástagos, amigotes y cualquier persona de bien. Sólo así (con la prudencia y el silencio) se ahorrará una oleada de miradas incrédulas, burlonas, petulantes… 

¿Para qué perder el tiempo escuchando argumentos peregrinos pudiendo peregrinar sin más?

Soy de las que piensan que hay que estar hecho de una pasta especial para pertenecer a esta estirpe de viajeros. Ellos conforman, sin saberlo, una especie de red secreta cuyos miembros no están al tanto de su pertenencia, pero no pueden dejar de reconocerse con un simple golpe de ojos. Al fin y al cabo, el mundo está dividido en dos tipos de seres humanos: los que no despeinan la superficie de la faz de la tierra y los que, constantemente, la atraviesan. Y sólo los segundos pueden profanar estos lugares y alcanzar el éxtasis. 

Se trata de exploradores que saborean el misterio de una selva esperando con avidez la selva siguiente. Hombres capaces de arrodillarse en templos de religiones ajenas. Conversadores que logran desatar su lengua con cualquier loco de la zona que, caminando de prodigio en prodigio, les invite a una charla espontánea. Hablamos de seres emocionales cuyo enésimo sentido (en otra ocasión hablaremos de su séptimo y sucesivos sentidos) les permite apreciar que la grandeza de los cielos de estos lugares, los hace incomparables con ningún otro cielo posible.

Dichosos los viajeros que consiguen enlazar su YO con muchos lugares pues evocarlos, les servirá de consuelo en la desventura y les ayudará a salir de los valles más oscuros del alma. 

Los viajeros siempre aprenden lecciones vitales en estas tierras (sus tierras, convirtamos a los viajeros en terratenientes ¡Se lo merecen!) A veces se instruyen a tientas, de tropiezo en tropiezo, atravesando el predecible ciclo de caerse y levantarse para caerse de nuevo.  Pero, interiorizada la enseñanza, los viajeros habrán aprendido “éso” que no se estudia en los colegios ni en la universidades;  “éso” que no se predica desde los púlpitos de las iglesias y no se descubre en los juegos de la infancia ni en los enigmas de la adolescencia.

                                          Formentera, Agosto 2010

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Mujeres y discursos publicitarios: de la bipolaridad al equilibrio



Una de las consecuencias de nuestro agitado siglo XX, es la transformación de la mujer en ciudadana.  Este reciente punto de inflexión, tiene como consecuencia su irrupción en la esfera pública (hasta entonces reservada al hombre). Si bien es cierto que esta  aparición no ha sido  siempre firme ni estelar, es innegable que multiplica el número de roles que la mujer tenía que desempeñar hasta entonces para sentirse realizada. 
Si nos preguntaran cuál es el terreno cuya conquista ha tenido más consecuencias en la vida de la mujer, muchas de nosotras apuntaríamos al laboral. La mujer trabajadora deja de ser ‘de su casa’ para intentar convertirse en una brillante e infatigable profesional. Todo ello, por supuesto, sin descuidar lo anterior y primordial (la unidad de la estirpe). Para el éxito social ya no basta con mantener equilibrada la balanza de la familia y el hogar. Hace falta más, pero ¿a qué precio?

La presencia de la mujer en el ámbito de la comunicación, ha sido otro de los temas recurrentes en foros y debates académicos. Y como suele suceder con cualquier realidad que se convierte en objeto de interés (interés de ése que consideramos general), la figura de la mujer en los medios ha sido sometida a un tenso y constante escrutinio.

La publicidad, esa forma de comunicación sesgada y subjetiva que siempre hay que diferenciar de la información pura e inmaculada, ha sido tachada de discriminatoria en repetidas ocasiones. Sólo en 2001, más de 200 campañas publicitarias fueron denunciadas por discriminatorias en España.

Pero, tal y como dijo un miembro del Círculo Uruguayo de la Publicidad (CUP) ‘La Publicidad usa mujeres para vender. Y Cada vez somos más. Afortunadamente”

No nos olvidemos de que los medios son el espejo de la sociedad y, por tanto, la existencia mediática de la mujer refleja nuestra entrada en el panorama político, económico y profesional. Algo que, en principio, sólo puede ser positivo.

El problema radica en que no basta con ser ‘prota’. Hay que ser ‘prota’ digna y coherente. Pero antes de ahorcar a anunciantes y anuncios, habría que recordar que la multiplicidad de roles ha originado muchas contradicciones en nosotras mismas por lo que, difícilmente, el discurso publicitario y otros muchos pueden salir ilesos. Por eso los medios de comunicación han claudicado ante la complejidad de la mujer moderna y polifacética. No se han esforzado o no han logrado representarla de forma sosegada. En lugar de hacer uso de una sinopsis de sus roles, es frecuente que las campañas publicitarias abracen uno sólo y lo exageren hasta la extenuación. De ahí que muchas de ellas hayan sido tachadas de reduccionistas, parciales y discriminatorias.

En el mundo real, las mujeres no se dividen entre las moteras que, embutidas en cuero y látex buscan a un tal Jacks como si no hubiera otra meta en la vida versus las que, con voz de adolescente y silueta etérea, se cuestionan el olor de las cosas.

Las dicotomías de las que somos objeto en el universo mediático pueden resultar hiperbólicas, excesivas, caricaturescas...

Las mujeres no somos necesariamente castigadoras o castigadas, sexys o santurronas, madrazas o tiburones corporativos.  Este enfoque reduccionista que gira en torno a roles bipolares, olvida a todo un espectro de mujeres que alberga una dosis de maternidad igualmente generosa que de ambición profesional. Obvia que hay mujeres racionales que no son necesariamente estrategas y mujeres emocionales que no tienen porqué abandonarse a cada historia de amor como si de una cruzada se tratara olvidándose de ellas mismas.

Es cierto que muchas de nosotras intentamos conciliar estos roles y tropezamos por el camino. Y es que la tarea no es fácil. Pero el simple hecho de perseguirla debería traernos más felicidad que culpa. La elevada carga de responsabilidades que nos ha caído, no ha de convertirse en una losa incorpórea que nos impide realizarnos sino en un motor para la acción. 

Y si, llegado el caso, presenciamos que la publicidad sigue acudiendo a sus sesgados arquetipos, convirtámonos en espectadoras lúcidas en lugar de en víctimas afligidas.
Ni esclavas ni señoras, ni autoritarias ni sumisas.


Publicado en MUJERES Y CIA el 13/10/2010

Eternamente retro



No sé si estoy de acuerdo con aquello de “cualquier tiempo pasado nos parece mejor”, pero subrayo que “buscar en el baúl de los recuerdos” es un ejercicio que entretiene y, sobre todo, está de moda. Y precisamente la moda, es una de las responsables de que esta vuelta al ayer, lejos de parecernos un viaje a ninguna parte, sea un periplo necesario para ir a la última.





En esta línea del ayer imperecedero, es posible que fórmulas tan trilladas como la de “renovarse o morir” puedan verse desplazadas por otras que perfectamente podrían rezar “resucitar o morir”, “recuperar para vivir” o similares.

A los diseñadores más punteros, el fenómeno vintage les ha convertido en auténticos rastreadores de tesoros. Y no parecen incomodarles las telas de araña que suelen aparecer al subir a ciertos desvanes y abrir arcas de otras épocas.

Broches, pendientes XXL, tocados, estolas y brocados han inundado los showrooms más vanguardistas y los armarios más it.

Pero hablar del pasado es inabarcable. El pasado sin más es mucho tiempo ¿Cuál es la última parada de moda? ¿Son todos los capítulos pretéritos dignos de nuestras pasarelas? ¿Dónde está línea que separa lo retro de lo demodé?

El mensaje que nos lanzan los expertos para el otoño/invierno 2010-2011 no puede ser más libre ni diverso. Tenemos vía libre para acudir al período con el que más nos identifiquemos siempre que, éso sí, lo hagamos con fe y sentido común a partes iguales.

Las Lolitas de la América de los 40, onduladas, sugerentes y coloridas todas ellas, vuelven a estar en boga y caminan erguidas dejando atrás a los desmayados y macilentos modelos de nuestros tiempos. Toreras, faldas de tiro alto, volantes, prints de frutas y gafas con forma de mariposa, han invadido los talleres de la temporada. A este encanto preadolescente han sucumbido Miu Miu, Marc Jacobs y Alexander Wang, entre otros.

Dries van Noten, nieto del excéntrico sastre de Amberes que tuvo la singular idea de dar la vuelta a sus trajes raídos y venderlos del revés, se decanta por los años 50 y prefiere las siluetas lady de inmortales flores y las míticas faldas lápiz que ensalzan a la mujer curvilínea.

Los 60 también piden paso. Y lo hacen de la mano de la estética estudiantil. Pichis, cuadros, tablas y calcetines por debajo de la rodilla nos pueden ayudar con esta vuelta al cole. Y si no somos capaces de vestirnos solos, podemos acudir a más de un maestro. Ya se han pronunciado a favor del look de las aulas Paul & Joe y DKNY.

Otros opinan que la década prodigiosa es la realmente apta para el asfalto y recuperan los amplios jerseys de ochos y las chaquetas abullonadas. Los pantalones de pata de elefante, símbolo de rebeldía setentera, se crecen también frente a la languidez andrógina de los pitillos.


Siguiendo esta línea, los sombreros se convierten en los compañeros de viaje indispensables para este invierno. Además del borsalino, estamos invitados a hacer uso de las alas anchas setenteras.
Los tejidos tampoco escapan a esta ley del fashionretorno y el tweet se lleva hasta para forrar diademas. Denim, ropa interior, fragancias y las ondas del pelo de las actrices clásicas nos recuerdan que el socorrido ejercicio de “reinventar los clásicos” no parece tener fecha de caducidad y todos somos eternamente retro.
Publicado en Funds People el 06/11/2010

“Guante Blanco” con la depre post-vacacional



La depre post-vacacional existe. En caso de duda, NO consulte con su farmacéutico. Basta con preguntarle a un amigo cuál es el motivo de sus insidiosos cambios de humor llegada la hora de la rutina.

En nuestro país, la “vuelta al cole” suele ir acompañada de una masa de almas decaídas. Según los expertos, 1 de cada 3 españoles forma parte de este perezoso y cabizbajo colectivo. Yo les confieso que soy una de ellos. No puedo evitar desmoronarme al cambiar la delicada arena de Formentera por el tórrido asfalto de Madrid; jadeante y maratoniano ya desde principios de Septiembre. Si usted no padece este mal indiscriminado, puede abandonar la lectura de este artículo sin que le pese la conciencia(a no ser que opte por una lectura preventiva). Si, por el contrario, pasa por este trance año tras año, quédese conmigo e intentemos dar con la fórmula para combatirlo.




Imaginemos por un momento que los mismos expertos que nos facilitaron las estadísticas anteriores, nos desaconsejaran abandonar las costumbres adquiridas en vacaciones. Muchos de ustedes estarán pensando que no es posible: no puedo uno echarse la siesta por sistema, tampoco andar al mismo ritmo que en agosto, ni pasarse las noches en las terrazas o ser testigo del amanecer sin haber cerrado los ojos la noche anterior. Y están en lo cierto. Si que podríamos, sin embargo, hacer un guiño a algunos de los hábitos estivales en lugar de darles un sonoro portazo. No me malinterpreten; no se trata de intentar veranear hasta el verano siguiente, pero si de evitar esperar resignados e impasibles la caída de las primeras hojas de otoño…

Cuando llega el período estival, el blanco y su candidez dejan de ser objeto único de interés de la pasarela Adlib (Ibiza) para encandilar a la mayor parte de nuestros diseñadores. Jóvenes y maduros, conceptuales y románticos, todos los creadores caen rendidos ante el hechizo balear y el sosiego del blanco. Y es que las vacaciones relajan a quienes hacen y consumen moda. De ahí que abandonemos los artificios y el barroquismo en favor de lo simple, lo vaporoso, lo liviano y, en definitiva, el blanco.
Imaginemos ahora que los que nos incitan a NO abandonar ciertos usos y abusos vacacionales no son los psicólogos ni los médicos de cabecera sino los gurús de la moda. Pues bien, olvídense de este ejercicio de ficción porque las pasarelas ya se han pronunciado…y nos han dicho convencidas que este otoño NO debemos renunciar al veraniego blanco.

Acabado el verano, olvídense del trapicheo forzoso que nos lleva a esconder el blanco para dar protagonismo al gris perla, el camel o los chocolates. Thakoon, Chanel, Gianfranco Ferré, Versace, Giambatista Valli, Paul &Joe y Yamamoto son sólo algunos de los que se han declarado devotos del blanco inmaculado al finalizar las vacaciones.

Conscientes de que un “total look” nuclear puede resultar excesivo en otoño, Céline, Diesel Black Gold y Stella MacCartney nos proponen fórmulas bicolores. Del clásico “Black and White” a binomios menos confrontados como el “blanco+ tonos nude y/o colores plomizos”, son muchas las opciones para que este año nuestra camisa blanca de batalla no esté sola en el armario

La receta es tan clara como lo es el color en sí mismo: Guante blanco con la depre post-vacacional.



Publicado en Funds People el 20/09/2010

Tributo étnico



Amanece en el pintoresco bazar de Chandni Chowk; la calle principal de la antigua Delhi (India). Habrá que esperar unas horas para que la ciudad se congestione como sólo algunas saben hacerlo. Todavía huele a especias, a incienso, a templo y a serenidad. El espectador intuye, sin embargo, que en sólo unas horas olerá también a taxis destartalados, a coches de otra época, a rickshaws y a autobuses de colores infantiles.





Amanece en Nyamirambo, Kigali (Rwanda). Las grandiosas plantaciones de té, platanales y  colinas verdes, hacen que al espectador le cueste creer que el genocidio tuvo lugar hace poco más de quince años. Pero el ritmo de Kigali no tiene precisamente la misma cadencia que la naturaleza que lo envuelve. Muy pronto, la urbe se dejará llevar por el arrebato sensorial que caracteriza a la mayoría de las ciudades del Africa negra. El comercio callejero de gallinas y conejos, las masas que se dirigen no sabemos muy bien a dónde, los feligreses convencidos y los predicadores espontáneos inundarán indomables las tierras de los Hutus y los Tutsis.

Amanece en el Paseo de la Castellana, Madrid (España). No huele a sándalo, almizcle ni a jazmín. Tampoco se venden figurillas antropomórficas en las esquinas. Mucho menos animales vivos. Olga e Iris se dirigirán esa misma mañana a su puesto de trabajo. Si a ninguna le falla el despertador, pasarán a la altura de Serrano 100 alrededor de las 9. La primera envuelta en una pashmina de seda natural y un blazer dorado bordado a mano. La segunda vistiendo pantalones de lino estilo safari y una camisa de estampado de leopardo. A ninguna de las dos les ha llevado demasiado tiempo decidirse esta mañana.

Lo anterior es sólo una de las mucha pruebas que respaldan aquello de que la globalización ha permitido que los modelos de referencia socioculturales atraviesen nuestras fronteras sin cautela. Y…¿acaso no es la moda uno de los ejemplos más claros de esta difusión transoceánica?
Lo tribal, lo místico, lo salvaje y lo animalesco se cuela en nuestros armarios y pasea por nuestras calles apaciblemente. Lejos de turbar a los transeúntes, lo étnico se ha convertido en un must en entornos muy diferentes. Desde la oficina al cóctel pasando por lo casual y la lencería más delicada, lo racial y lo remoto no tienen límites.

Podríamos destacar que la moda étnica viene admitiendo interpretaciones mucho más libres que tiempo atrás. El leopardo clásico ha dado paso a cualquier moteado felino. Especial atención merece la combinación del rojo y el negro. Dior, Cavalli, Celine y Dolce Gabbana  son sólo algunos del exclusivo círculo que sigue defendiendo en sus colecciones que tanto la fiebre animal como el ardor primitivo son todavía símbolo de distinción y feminidad.

A nuestros escaparates han vuelto también los despreocupados pantalones y petos afganos, los baggy, los turcos, los thai y los artesanales bombachos de India y Nepal. Esta indumentaria tan ligada a la tradición para algunos y al tiempo libre para otros, es apta tanto para ellos como para ellas. Lejos de sentar sólo bien a escuálidos y escuálidas que miden más de 1.75 cms, el secreto está en combinarlos con partes de arriba que eviten las mangas voluminosas. Desde Chloé a Custo Barcelona, son muchos los que se han sumado a este revival

Iris y Olga llegan a la oficina. Sigue sin oler a sándalo, almizcle o jazmín. La primera mira a la segunda y le grita rebelde: - “Leopardízate!”. La segunda se limitará a susurrarle: - “Namaste”; saludo hindú que significa “Yo honro el lugar dentro de ti donde el Universo entero reside”

Y es que la moda étnica nos ofrece un universo entero y cambiante de experiencias: desde las aventuras en la sabana a los viajes iniciáticos, todo es posible.






FUNDS FASHION TIP

Huye de los excesos y combina los motivos étnicos con prendas austeras
¡Sólo así evitarás la sobrecarga y el efecto disfraz! Deja que tu instinto aflore pero contrólalo. Atrévete con una camiseta de tirantes negra, pantalones de pitillo y un chal felino.

Publicado en Funds People el 18/08/2010

Las caricias que nos unen y la química que nos separa


“M” (femenino singular) acude a la reunión perezosa e indiferente. “Fea costumbre tenemos en este país de tratar de hacer negocios durante y después de las comidas”.

Si bien la predisposición de “J” (masculino singular) no es mejor que la de “M” (femenino singular), éste juega con la ventaja de ser el persuadido y no el persuasor del Business en cuestión.

“M” es Ejecutiva de Cuentas en una agencia de eventos cuyo principal cliente es un Grupo editorial (tan español como la fea costumbre de hacer negocios durante y después de las comidas)

“J” es el Director de Comunicación de una distinguida multinacional de automóviles.

El noble propósito de la reunión no es otro que lograr que “J” acceda a patrocinar la entrega de premios anual del Grupo editorial cliente de “M”.

Si alguien hubiera dejado una grabadora sobre la mesa y escuchado la cinta después, el diálogo entre “M” y “J” le hubiera resultado tedioso y desapasionado. Si en lugar de la grabadora, ese alguien hubiera colocado una cámara oculta estratégicamente, el mensaje ya habría sido otro
Pero la verdad es que ningún soporte habría podido captar lo que sucedió en aquella sala. Sólo estando en la piel de “M” y/o de “J”, hubiéramos sido capaces de comprender  cómo un encuentro cuyo guión no se desvía ni una sola línea de la supuesta rigidez corporativa, puede llegar a desencadenar un tsunami de emociones.

Después del encuentro, “M” sabía lo mismo de “J” que “J” de “M”: nada.

“M” bien podría haber sido embajadora de una ONG, bailarina de barra americana, militante de un partido político, saltimbanqui, madre coraje o numeraria.
“J” podría haber sido un apasionado del ski, de la petanca o el senderismo. Un vago redomado. Un maestro de esgrima o un coleccionista de colas de conejo.
“M” y “J” podrían haber sido nada o todo lo anterior, porque… no se conocían…

Pero a pesar del limbo, salieron de la sala aturdidos; sin recordar muy bien lo que habían dicho pero con la terrible sensación de haberlo dicho rematadamente mal. Cabizbajos, ruborizados y vacilantes, no supieron muy bien ni cómo ni hasta cuándo despedirse…


Puede que Eros no se deje caer a menudo por las salas de reuniones, pensarán las lectoras. Menos aún cuando los protas del encuentro, no hablan de otra cosa que de negocios. Pero puede suceder. Y así sucedió con “M” y “J”.
Acabaron interesados el uno por el otro, embelesados, encantados, curiosos y…¿acaso enamorados?

Y es que, la comunicación NO verbal, desnuda de palabras pero plena de emociones, descarga ráfagas de información de hombres sobre mujeres y mujeres sobre hombres. Es incalculable lo que nos transmite una sonrisa, la expresión de nuestro rostro, el movimiento de nuestro cuerpo, nuestra forma de vestir, el espacio que nos une y el que nos separa.
Capítulo aparte merecería el olor. Ese penetrante e insistente sentido que puede despertar los recuerdos más punzantes y desatar la más demencial de las pasiones. Tal es el poder de los olores, que hay quienes piensan que en Occidente los subestimamos porque, en el fondo, los tememos. En otras culturas, sin embargo, los hombres parecen reconocer la elevación de este sentido y llegan a pedir oler a la novia antes de entregarse a un casamiento apalabrado.

Determinar si lo “NO verbal” afecta a hombres y mujeres en la misma medida no es un ejercicio fácil y podría llevarnos a debates poco precisos y a conclusiones tan vagas como “Depende del hombre. Depende de la mujer”

Parece ser que existen diferencias biológicas entre ellos y nosotras que podrían llevarnos a sentir de forma diferente la energía psíquica de lo No verbal. Este sería el caso de la mayor presencia de la oxitocina  o también llamada “hormona de los abrazos” en la mujer. Lo anterior podría llevarnos a ser criaturas más dependientes desde el punto de vista emocional, a cometer más sacrificios de la cuenta, hacernos blanco más fácil de relaciones poco creíbles y convertirnos en almas bastante resistentes pero confiadas en exceso.

La primitiva condición de cazador del hombre sería la posible causa de su mayor espesor dérmico; hecho que le permite aislarse del medio hostil y protegerse de las agresiones externas.

Pero ¿acaso la mayor presencia de oxitocina en nosotras significa que en ellos no exista el apego? Y…¿qué decir sobre la piel más gruesa? ¿Convierte a los hombres en poco menos que guerreros con armaduras impermeables a nuestras caricias?

Mi respuesta a las dos preguntas anteriores es NO.

Efectivamente, sería muy complejo determinar los distintos niveles de “esclavitud” de hombres y mujeres ante lo No Verbal. Pero me atrevo a decir que, tanto ellos como nosotras cedemos ante lo táctil, lo postural, lo  implícito, lo gestual y, en definitiva, lo No verbal.

Si nos apartamos por un momento de las diferencias biológicas y antropológicas para centrarnos en nuestro día a día, el mensaje apto tanto para  hombres como para mujeres resulta bastante uniforme .Yo, hasta la fecha, no conozco a un solo hombre ni a una sola mujer que no se haya enternecido con un arrumaco, estremecido con el roce, sonrojado con una mirada o enamorado de una sonrisa.
El ser humano se rinde ante lo NO Verbal.

El antropólogo y pionero de la cinesis (estudio lenguaje no verbal), Ray BirdWhistel, tras largos años de observaciones, terapias y grabaciones, llegó a la conclusión de que la base de la comunicación humana reside en lo NO verbal, quedando en entredicho la importancia real de las palabras. Lo anterior nos llevaría a situar la comunicación y sus efectos en un nivel inferior al de la conciencia. Vigoroso, cierto e impredecible. En ocasiones implacable y contra corriente…contra la corriente tanto de los hombres como de las mujeres.

Publicado en MUJERES Y CIA el 10/08/2010

Look marcial para combatir la crisis


A menudo escuchamos que el mundo de la moda refleja, entre otras muchas cosas, el sentir colectivo. En esta línea, las tendencias constituirían una especie termómetro de los estados de ánimos de la sociedad. 

No sé lo que pensarán los lectores, pero yo comparto esta opinión y creo firmemente que ese tándem “moda-vida” existe.

¿Acaso el street style no es fruto de que diseñadores, trendsetters, estilistas y todo el elenco de la industria, ha comprendido que la moda no está hecha para las pasarelas sino para las calles?

Pero, aunque lo anterior pueda parecernos lógico, identificar con precisión los posibles nexos existentes entre lo que vestimos y lo que sentimos, puede llegar a ser una tarea muy compleja. 

Interpretar la relación directa “malestar/euforia de la masa versus ropa/complementos más punteros” puede convertirse en todo un ejercicio de adivinación. Aunque si prestamos atención, enseguida nos damos cuenta de que se trata de un ejercicio muy extendido…

Oscar de la Renta nos sorprendió en la pasarela de Nueva York con una colección fuertemente marcada por el lujo y la exuberancia. Como era de esperar, la pompa del desfile fue interpretada como un desafío a la crisis. ¿Quería el modisto dominicano inundar nuestras retinas de abundancia para hacernos olvidar que los tiempos que corren no son precisamente fecundos?

http://www.net-a-porter.com/Shop/Designers/Oscar_de_la_Renta?resType=designer&keywords=oscar%20de%20la%20renta

De los últimos gritos de nuestras agitadas pasarelas, el retorno del espíritu militar ha sido uno de los que más ha llamado mi atención. Ya en febrero la Fashion Week de Londres anunciaba que los toques castrenses iban a convertirse en código estético de culto para hombres y mujeres. Nuestros creadores no se han andado con miramientos: desde las medias de rejilla hasta las botas de mosquetero pasando por las chaquetas de aviador y el más estricto de los camuflajes, todo es posible.



Lejos de querer entender si la opulencia de Oscar de la Renta era una llamada a la evasión de nuestras mentes o el look marcial responde a un posible deseo de combatir la crisis, si que me gustaría que nuestros lectores ingresaran en el ejército de las calles esta primavera. No son necesarias las armas y el resultado sólo puede ser una victoria. 

Atrévanse con los botones metálicos, los cortes rectos, las grandes hebillas y las gafas de aviador. Además de conseguir una imagen con una deliciosa dosis de rebeldía y voluntad de cambio, estarán ustedes haciendo uso de la moda como mecanismo de respuesta. Lejos de ser meros consumidores, conseguirán que su indumentaria sea vehículo de expresión y, en definitiva, mucho más que un condimento.

Funds Fashion Tip:
 
Huir del “Total Look” y combinar los motivos militares con prendas sobrias y colores lisos

http://www.net-a-porter.com/Shop/Search?keywords=army




Publicado en FUNDS PEOPLE el 29/07/2010

Héroes y heroínas de nuestro lenguaje: sobre el género y la comunicación verbal


La regla de tres “sexo es a biología lo que género es a universo socio-cultural” no debería resultarnos estrambótica ni desobediente. Invito a quienes no lo vean claro a llevar a cabo una breve reflexión sobre la lactancia. Sí, han leído bien. He escrito lactancia. Basta con evocar este período tan temprano e intenso en la vida de los mamíferos, para entender el porqué nuestro sexo pertenece a una realidad natural (es parte de la biología) mientras que la sustantividad de nuestro género no es sino una construcción (fruto del contexto socio-cultural).


Si bien es cierto que las mujeres están preparadas biológicamente para amamantar (lazo natural con el bebé), no necesariamente tienen que ser ellas quienes se dediquen en cuerpo y alma a su descendencia en esta fase inicial de la vida (lazo social) Puede darse el caso de que sean papás y bebés quienes pasen la mayor parte del tiempo juntos. Si a alguno de ustedes este vínculo les resulta atípico (por no decir irresponsable), se debe a una construcción cultural y no a un condicionante biológico. Esta construcción cultural es la que hace de mamás y lactantes una realidad indivisible. Un tándem ético, lógico, íntegro y que parece venir de serie.  Hombres y mujeres acostumbramos a estar separados tanto por la biología como por la sociedad. Pero ojo con confundir los perímetros…las circunferencias no son las mismas.

Desde la literatura más tibia (recuerden el Bestseller “Los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus”) a las tesis universitarias más sesudas y multidisciplinares, son muchos los escritos que giran en torno a nuestras asimetrías biológicas y culturales.


Y como suele suceder cuando analizamos desproporciones y desigualdades, las denuncias, los debates y las delaciones se han convertido en una constante. A lo largo de estas líneas, sin embargo, intentaremos obviar esta legión de temas controvertidos para centrarnos en uno sólo: la comunicación.


Son muchos quienes señalan que una de las perversiones más funestas de nuestro lenguaje, es la interpretación androcéntrica y, en ocasiones, misógina que éste hace de la realidad. Es cierto que los ejemplos que prueban lo anterior son ricos en abundancia y virulencia.


Nuestro lenguaje no se sonroja al hablar de los orígenes del hombre en lugar de los del ser humano (realidad esta última que sí que incluiría a las mujeres) o al equiparar el hombre zorro con un individuo astuto y sagaz frente a la mujer zorra que es, simple y llanamente, una fulana.


Lo anterior son sólo dos ejemplos de que, efectivamente, nuestro lenguaje está a años luz de ser equilibrado y plural. Y al igual que el desequilibrio lingüístico vino seguido de un tropel de detractores, muchos de estos detractores se forjaron, a su vez, un mar de opositores ¿El motivo? Algunos de los intentos por liberar a la mujer del yugo de la opresión del lenguaje, dieron lugar a un neovocabulario barroco, campanudo e inigualable derrochador de conjunciones: “Todos y todas”, “Ciudadanos y ciudadanas”, “Amigos y amigas” “Jueces y juezas” etc.… 

Especial gracia me hace la sátira que Pérez Reverte lleva a cabo de estas iniciativas en su artículo “Lo que se perdió, la codorniz”. O acaso no sería exótico cuanto menos hablar de “soldadas, cooperantas, albañilas, amantas, alguacilas, sopranas, homosexualas? ¿O matizar guardia y electricista por oposición a guardio y electricisto?”


Me encantaría que nuestro lenguaje fuera el súmmum de la modernidad, la equidad e incluso un motor para el cambio. Abogo por un idioma que refleje las metas alcanzadas por las mujeres; mujeres capaces de hacer coincidir su esplendor profesional con su maternidad. Mujeres aptas para parir, criar, ascender y liderar. Únicas, singulares, notables, sólidas…


Porque somos y contamos. Pero tampoco creo necesario abrumar a lectores y oyentes con una sobrecarga esperpéntica de femeninos plurales que suceden a masculinos plurales y femeninos singulares que suceden a masculinos singulares. Sigamos nuestro camino, heroínas del lenguaje, sin caer en frivolidades semánticas ni discursos compulsivos.


Un abrazo, queridas lectoras.

Publicado en  MUJERES Y CIA 07/07/2010