domingo, 1 de julio de 2012

En busca del Nuevo Mundo


La tierra de los Kuna, comúnmente conocida como el archipiélago de San Blás, formó parte de la comarca colombiana de Tulenega y más tarde de Panamá. Hoy en día, sin entrar en detalles técnicos, puede decirse que se trata de una región política y administrativamente independiente; de un lugar virgen donde nada puede mutar sin el consentimiento de sus habitantes indígenas: la etnia de los Kuna. Lo que hace tiempo fue objeto de luchas territoriales, piratas, peleas por oro y caucho, explotación de colonos y caza de tortugas, ha acabado convirtiéndose en un paraíso para el navegante y el ecoturista .

 
Dicen que en Kuna Yala hay una isla para cada día del año, aunque el cálculo preciso no es sencillo. Eolo y el mar hacen difícil que el paisaje permanezca inalterable. Las distancias entre unos y otros cayos son cortas, lo que convierte a la región en un paseo cómodo para veleros y catamaranes. A pesar de la facilidad para el anclaje nocturno y lo placentero de la zona, la ruta no está exenta de trampas y arrecifes inesperados. De ahí que sea altamente recomendable ir con un capitán experto. Los amantes del surf (como nosotros) pueden encontrar spots únicos, rodeados de barcos siniestramente hundidos e islotes coronados por cocoteros. El mar de fondo, sin embargo, no está siempre asegurado.
 
De junio a octubre, el viento es más débil. Aumentan entonces la visibilidad y la calma, haciéndose más relajante aún el snorkeling y la caza submarina. Son meses, sin embargo, en los que la navegación a vela se vuelve menos espontánea. El buceo con tanque de oxígeno es una de las actividades prohibidas por la tribu de los Kuna. Siempre será mejor, por tanto, pensar en la apnea o la captura con arpón. Sin duda, una de las experiencias más gratas de la navegación por este Caribe ancestral, es la de amanecer a diario en un nuevo islote: mezcla de arena blanca, coral colorido y aguas turquesa. Siempre más paradisiaco y primitivo que el del día anterior. 

En San Blás no hay nada que se asemeje a una ciudad ni tan siquiera a un pueblo. El medio de transporte habitual es el cayuco de madera. La vivienda más sofisticada la choza de paja. Lo más próximo a la civilización postmoderna, alguna que otra aparición en la serie de Supervivientes y National Geographic. Todo ello hace de los atardeceres una especie de viaje a otra época; época en la que las puestas de sol ponían estricto fin al día y las estrellas perpetuaban la noche.


 Los Kuna conforman un pueblo matriarcal de mirada dura y tradiciones orgullosas. Poseedores de la altivez propia de quien ha tenido que acudir a la revolución para preservar su tierra, su esencia y resistirse a la occidentalización. Ellas, por ejemplo, se atraviesan el tabique en la popular fiesta de la aguja, para inmortalizar su primera menstruación. Ese túnel nasal de más de un centímetro, presumido y turbador, les acompañará durante el resto de sus vidas. Inquietante compañero de viaje…


Navegar por este Caribe tan místico como poco masificado, es una experiencia más que merecida para quienes quieren gozar de la biodiversidad más encendida, las razas pretéritas y la naturaleza indómita. Hay que ir preparados, eso sí, para encontrarse con abundantes lluvias tropicales, los más húmedos manglares y una gran variedad de tiburones.
Kuna Yala es el Caribe de otra época…el mar puro que contemplaron los conquistadores cuando iban en busca del Nuevo Mundo.




Publicado en la Revista Funds People Nº Junio 2012

domingo, 29 de abril de 2012

Salvados por la campana


Tenemos el ojo y la psique demasiado acostumbrados a los “skinny pants”. A los pitillo que acentúan la cadera y se funden con el tobillo, empuñando la parte inferior de nuestra silueta con fuerza. Esos que a veces nos dejan sin respiración y privan a piel y tela de cualquier margen de maniobra. Los hemos visto en outfits de lo más dispares: desde los de cuero con stilettos vertiginosos,  a los puramente denim con amplias botas cowboy …

Sin embargo, a pesar de su protagonismo en revistas y armarios, los “skinny pants” no siempre son aconsejables para todas las alturas y figuras. Discordancias , eso sí, que se han visto aliviadas por la reciente irrupción de camisas y tops oversize.

Si estás un poco saturada de la estrechez de piernas, este año las campanas pueden salvarte. Es verdad que su revival se ha convertido en una especie de ley del eterno retorno (tímida, eso sí) Tal vez la culpa de que su irrupción sea tan sutil, la tengan las leyendas urbanas del tipo “la pata de elefante no estiliza” Sin embargo, haciendo uso de la lógica, las cinturas altas y los bajos sueltos no pueden sino aliviar las curvas y prolongar las piernas (ejercicio de estilismo ya captado por algunas musas de la segunda mitad del S XX como Jerry Hall y Marisa Bereson)

La temporada pasada, Karl Lagerfeld se adelantó a la retrotrend campanuda presentando en su colección Chanel Resort 2011 pantalones anchos de apariencia flare y color marrón setentero.

Si lo que persigues es un fondo de armario “ready2go” apto reuniones y batallas diarias, los trajes de chaqueta con pantalones de campana, pueden convertirse en el uniforme ágil y elegante que siempre has buscado. Su versión nocturna, además, suele dar un resultado igualmente chic. Los flare pant de Chloé pueden ser la mejor opción del afterwork en adelante.

Si no estás segura de sus bondades, será preferible que optes por plataformas en lugar de bailarinas. Una combinación estilosa con cierto aire new age, es la que resulta de los zuecos de madera y colores pastel. Y recuerda que, cuanto más ancha sea la pata, más liviano deberá ser el tejido que los acompañe.



La propia Miss Moss, eterna devota del skinny look y la segunda piel, ha sucumbido al regreso de la pata de elefante y los aires Bee Gee. Si tienes dudas, siempre puedes consultar su manual estético setentero …prueba recurrente de que se puede vivir deprisa y vestir con sustancia. Algunos de los complementos preferidos por esa trendsetter camaleónica llamada Kate, son los sombreros de ala generosa, los cinturones trenzados y las camisas transparentes. Del despacho más sofisticado de la City a cualquier club londinense, el elefante es un buen medio de transporte.

Demos la bienvenida al glam de los 70, el eterno enemigo del “menos es más”

domingo, 25 de marzo de 2012

Las mujeres de la mafia: novias, madres, sicarias


Las frías e inmortalizadas declaraciones de Sandra Avila Beltrán, más conocida como la Reina del Pacífico, la elevaron a los más altas esferas de las “damas pesadas”.  Aquellas que han crecido y madurado de la mano del crimen organizado.

Ávila Beltrán vive en la mente de los mexicanos desde que fue detenida por sus vínculos con el cartel de Sinaloa.

La reina había entregado su vida al blanqueo de dinero,  la introducción de cocaína desde Colombia y las relaciones públicas de los líderes más destacados del narcotráfico.

Así lo reza el “narco-corrido” de los Tucanes de Tijuana (Los “narco-corridos” son, fieles a su denominación, canciones sobre los capos, sus usos y abusos).

Y es que La Reina del Pacífico tuvo el glamour y  el hierro necesarios para protagonizar la poesía del submundo del delito más fino y descarnado.

No le faltaron hombres ni romances. Llegó a tener maridos; policías todos ellos que acabaron trascendiendo la legalidad para sumarse a las filas de los operadores del Pacífico.

Pero no todo en las mujeres de la mafia está hecho de hechizo y pieles.

Hace poco más de un año, una mujer nigeriana aterrizaba en un vuelo originario de Madrid en el aeropuerto de Palma. Llegaba indispuesta, desvanecida, convulsa. Me imagino que su agudo malestar y su avanzado embarazo hicieron que comandante y pasajeros reaccionaran con alarma.  Pero no creo que quienes la asistieron, alcanzaran a imaginar el motivo de su acceso: un embarazo natural acompañado de un auténtico laboratorio de cocaína. Un bombo altamente químico que acabó desencadenando un parto delictivo. Un kilo de cocaína cuidadosamente distribuido en dátiles.

El fenómeno mulero es especialmente dramático cuando el posible beneficio cobra más importancia que la vida propia y la ajena. Quien usa su cuerpo como contenedor de coca puede acabar con él. La rotura de una sola bolsa es suficiente para que la muerte súbita haga su aparición.

Las mujeres en estado de buena esperanza viajan acompañadas de un halo de presunción de inocencia que supera incluso al de los ancianos y los impedidos. Exentas de los controles de Rayos X, se convierten en el comodín de los narcos. El crimen organizado se reinventa y tras acudir a universitarios, jubilados, y discapacitados, abraza el paroxismo usando mujeres embarazadas. “Con un poco más de pancita unos miles de pesos extra”

El estómago de un adulto, puede albergar más de un kilo de ovoides de cocaína.  En la vagina de una embarazada, cabe hasta medio kilo. Las ventajas del segundo método son vitales. Parece ser que, a pesar de su menor capacidad, la vagina (al contrario que el intestino), no está hecha para absorber, lo que puede llegar a mantener la guadaña de la muerte alejada. Ante una rotura, la droga se expulsaría de forma natural. Por el contrario, si un ovoide de droga explota en el estómago, la filtración es inminente. Mujer e hijo mueren.

Existen además, otras ventajas derivadas del hecho de que las paredes vaginales no sean esponjas. La más plausible, que la mulera no experimenta los síntomas sospechosos de quien lleva la coca en el estómago: boca seca y ojos vidriosos.

He leído que una mulera boliviana cuenta los días que le quedan para ser puesta en libertad y poder exprimir su nuevo método: implantes de pechos con droga que haga las veces de silicona.

Hasta el momento, las futuras madres muleras parecen ser el correo humano más libre de sospecha, pero… ¿qué será lo siguiente? 


Publicado en Mujeres y Cia el 6/3/2012

domingo, 29 de enero de 2012

“Nuestras hijas de regreso a casa”


El único negocio que florece en Ciudad Juárez es el de la conducción y entierro de difuntos:  de algún que otro difunto e infinitas difuntas. Puede incluso que lo realmente rentable sea la confección de la muerte en sí misma. Porque  las dimensiones de los crímenes en esta ciudad del norte de México, son tan grotescas e inhumanas, que llevan a unos y a otros a pensar en ciertos negocios poderosos y enfermos. Puede que hubiera una época plácida en la que las mujeres, sin escolta ni rodillas temblorosas,  acudieran al Río Bravo a lavar la ropa e incluso a bañarse ellas mismas. Pero si existieron tiempos así, poco tienen que ver con los actuales. Lo que inunda hoy esta localidad del estado de Chihuahua, son olas de asesinatos sórdidamente parecidos entre sí, Aparentemente irresolubles. Hay quienes señalan que para ahondar en el origen de la masacre, hay que descender hasta los infiernos más abismales de la mente humana. Otros, de forma más simplista, apuntan a los tentáculos opresivos del narcotráfico. 

La constancia e intensidad de los asesinatos han llevado a los investigadores a tachar la situación de feminicidio. También han sido la causa de que Ciudad Juárez ostente el altivo título de ciudad más peligrosa del mundo en varias ocasiones. Las matanzas impunes la han convertido en ese lugar de semáforos grises en el que si hay perros son callejeros y, si hay transeúntes, hace tiempo que perdieron la vista y la voz.  Juárez: punto de encuentro de unos cuantos  muertos e inagotables muertas. Indignos todos ellos de unas breves líneas de periódico 

Estudié los horrores del feminicidio en la universidad. No en la de México sino en la de un pueblo minúsculo y estérilmente seguro de la gélida Baviera, Alemania. Supongo que todos los españoles que estábamos matriculados ese año en Marketing & Comunicación, acometimos esa asignatura con gusto; presas de un arrebato morboso de contrastes: España, Alemania, México. Crímenes. El curso nos proporcionaría la miserable cantidad de dos créditos de libre configuración. No he conseguido retener el nombre del profesor que la impartía… más allá del acabado en “achen” de su apellido, pero si recuerdo que había hecho su tesis en el lugar del crimen. Sus ojos bávaros habían sido testigo de la mayor de las infamias… ¿chicana? ¿gringa?¿política? 

Hay algunos investigadores que mantienen que el “sello” feminicidio sólo se hace posible cuando hablamos de brutalidad organizada acompañada de odio hacia las mujeres y (más importante aún) la pasividad escandalosa de las autoridades. 

En Juárez parecen darse todos los supuestos. Las muertes suelen ser, además, macabramente parejas. Mujeres jóvenes y de escasos recurso que pueden llegar a tener una apariencia física similar. Morenas y chaparritas. De aire indígena y jornadas de trabajo interminables. Sin ningún poder social en cualquier caso. Las cifras son tan abultadas como inconsistentes. Varían ostensiblemente según las fuentes ¿3100 víctimas en 2010? ¿300 en el primer mes y medio de 2011? Las únicas voces que parecen alzarse realmente unidas e incómodas son las no gubernamentales. Las de las familias desmembradas que gritan “¡Nuestras hijas de regreso a casa!”

Mantenemos la esperanza de que algún día se haga justicia con la desaparición y muerte prematura de nuestras hijas, ya que sería la única forma de recuperar nuestra propia vida. Solidaridad para quienes, sin ser nuestras compañeras, comparten ahora mismo la pena de haberles arrancado un pedazo de su vida.

Nuestras Hijas de Regreso a Casa, A.C.

Tatuajes: más allá de la moda


No se puede hablar de tatuajes sin repasar la historia de las civilizaciones. Sin atravesar con la mirada al hombre en sí mismo o pensar en arte y en magia. Y sobre todo, sin resucitar creencias milenarias y ritos ancestrales.  


Pero el tatuaje como expresión artística, no se caracteriza sólo por su antigüedad sino también por su persistencia. Ha sobrevivido a todas y cada una de las crisis de conciencia del ser humano. Ha atravesado fronteras convirtiéndose en una constante universal.
En los  años 90, se encontró el cadáver de una momia neolítica en el interior de un glaciar de los Alpes austro-italianos. Aunque parece haber discrepancias sobre la antigüedad del cuerpo, son muchos los que parecen estar de acuerdo a la hora de asegurar que se trata del cadáver más pretérito de todos los hallados con piel; piel esmeradamente salpicada por 57 tatuajes. Algo que, inevitablemente, nos lleva a pensar que el tatuaje es tan antiguo como el hombre. 

Un itinerario cronológico por la historia del tattoo, pasaría necesariamente por el triangulo de la Polinesia, lugar en el que el grabado empezaba a edad muy temprana para ir creciendo en intensidad y marcando los ciclos vitales, hasta copar por completo la piel.

Pero si bien es cierto que los grabados sobre la piel humana han sido una constante histórico-universal, sus usos y abusos difieren en función de pueblos y momentos. Los maoríes, por ejemplo, acudían a ellos con especial fuerza antes de la guerra, siendo una curiosa y potente herramienta para provocarle miedo al adversario.  La temporalidad no suele ser la compañera ideal de viaje del tatuaje purista. Las grasas vegetales y los pigmentos pasajeros son anecdóticos en el conjunto de su historia. La henna queda reducida a ciertos pueblos y celebraciones. El tatuaje viene, en definitiva, para quedarse.

Muchas culturas lo dotaban de poderes protectores y curativos, pero ha sido su función ornamental la que se ha conservado con más fuerza, trascendiendo la epidermis del guerrero para calar en las sociedades más desarrolladas.

A día de hoy, todo vale en el mundo de los tatuajes: desde los motivos fifties tan en boga hasta mascotas o personajes célebres. Especial atención merecen los que implican juegos ópticos e imaginativos (por ejemplo: el que empieza en el empeine de un pié y sólo cobra sentido cuando el otro pié se sitúa en paralelo y lo completa)



Existen rasgos que no han perdido importancia a pesar de pertenecer a ámbitos que van más allá de lo meramente estético y decorativo. Especialmente freak puede parecernos el tatuaje con fines simbióticos. El que simboliza un enlace inquebrantable con una realidad concreta . Y es que los tatuajes tienen vocación inmortal. De ahí que ayuden al ser humano a llevarse puestos ciertos héroes colectivos, hijos o parejas. El gesto puede parecernos más o menos singular, pero habita entre nosotros.

Los que piensan que los tattos son un asunto estrafalario, deberían reflexionar acerca de cómo es posible entonces que lleguen a todos los hemisferios, grupos de edad y culturas

Su omnipresencia va más allá de los charcos y las tribus urbanas.

Alguna que otra casa parisina de lujo, negó no hace mucho que se tratara de cosa de excéntricos y, aprovechando su ubicuidad, subió el fenómeno a las pasarelas y lo comercializó.  En 2010, el Director Artístico de Chanel, Peter Philips lanzó una colección de tatuajes de la firma coronados por el logo de la gran Coco.

¿Logomanía? ¿fashionvictimismo? ¿arte? O el eterno hambre de inmortalidad del ser humano sin más…


Publicado en Funds People el 29/1/2012